sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Quién necesita un nombre?


Nombres
Hay nombres y nombres…
Existen nombres que lo dicen todo y otros que no dicen nada.
Nombres muy comunes y otros que nadie había escuchado.
Nombres típicos y otros imposibles de pronunciar.
Nombres largos y otros que a penas articulas.
Nombres preciosos y otros que… ¿en qué estarían pensando los padres?
Nombres curiosos y otros tan simple como pestañar.
Existen nombres que se es mejor no nombrarlos y conformarnos con un ¡eh tú!
Coexisten tantos y tanta variedad de nombres que a veces me pregunto si realmente merece la pena tener uno.
A la larga ninguna persona es recordada por su nombre más que por las cosas que hizo o intento hacer. Es cierto que el nombre es como saltarse los preliminares, pero también es verdad, que es posible acertar decir tanto Hitler como el propulsor de la II Guerra Mundial, Da Vinci que La Mona Lisa, Obama que el primer presidente de raza negra de los EE.UU, Einstein que el inventor de la Tª de la Relatividad, Jesús de Nazaret que El Mesías, Cervantes que El Quijote, Belén Esteban que la princesa del pueblo…es tan insignificante el nombre que el algunas ocasiones lo solemos cambiar, acortar, combinar, etc. En las lápidas a parte del nombre, y no lo estoy menospreciando ni mucho menos, aparece siempre una frase: Amada hija, tus hijos te recuerdan, gracias por cambiar mi vida, etc.
Probablemente no sepáis descifrar mi nombre a la primera, seguramente tras este año olvidaréis que estudiasteis conmigo, pero lo que si puedo afirmar es que un futuro, si me encontráis por la calle, en lo primero que pensaréis será: No recuerdo como se llamaba esa chica, pero si que un día escribió en el Blog de Literatura Infantil que los nombres no son lo importante, que lo que sí merecía la pena recordar es qué hizo esa persona que marcó su vida, la mía…y posiblemente la de todos.

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