miércoles, 28 de diciembre de 2011

La educaión en valores y el teatro. Artículo de investigación.

Artículo:

Isabel Tejerina.



Autora:
Tejerina Lobo, Isabel. Universidad de Cantabria.





Título: 
La educación en valores y el teatro. Apuntes para una reflexión y propuesta de actividades.

Resumen: 

En artículo que podéis leer si seguís el enlace y que resumo en estas líneas muestra con claridad la importancia que tiene, tanto para el alumno como para la sociedad, que el teatro se encuentre dentro de las aulas.
Según la autora, las aulas tienen un papel clave para el desarrollo moral del individuo y para su incorporación a la sociedad como miembro activo. No olvidemos que esta función la comparte con la familia. Familia y escuela son pues los principales agentes de socialización para los niños. 
Además, la escuela siempre ha tenido por su propia naturaleza socializadora un conjunto de valores que están presentes, y que se transmiten. Por tanto, se transmiten los valores que la sociedad considera correctos. 
Es por ello que desde las aulas y desde los libros de texto se han promulgado distintos modelos de ciudadano dependiendo sobre todo de la ideología política. Esto se ha convertido en un adoctrinamiento de la masa al poder establecido en algunos momentos de la historia como por ejemplo, durante la dictadura franquista en nuestro país.    

En la actualidad, existen una serie de valores colectivos paralelos a los derechos reconocidos para las personas. Es evidente que este es el modelo humano que la escuela debe mostrar. El problema se presenta cuando lo que se valora y se fomenta dentro de la escuela no encuentra su referente en la calle. Llegados a este punto podríamos citar a la televisión como uno de nuestros mayores males, pero nos quedaríamos muy cortos si no admitimos que nuestro comportamiento, en muchas ocasiones,poco tiene que ver con los esos valores que queremos transmitir.
El profesor es un ejemplo y, de este modo, si la sociedad piensa que la forma de llegar a acuerdos es mediante la negociación pacífica y no recurriendo a la opresión o a la violencia, el profesor debe situarse ante los problemas en una posición de debate y reflexión paralela a la de los alumnos, avanzar con ellos y, en muchos casos, aprender de sus posturas y reacciones para cambiar las propias (Tejerina, I.). De igual modo es clave, entre otras cosas, que el profesor sea capaz de manifestar sus puntos de vista e ideas sobre lo que ocurre en el entorno inmediato y en el mundo, juzgar lo criticable, perder el miedo a opinar (Tejerina, I.).
 Y es en esa transmisión del ejemplo donde la escuela precisa del teatro; el teatro más como un juego que presentado mediante actividades dramáticas relacionadas con el arte, la interpretación, la representación y el espectáculo.  Podemos ver una muestra de esta pedagogía de la expresión dramática, donde el juego se sitúa en el eje central por su enorme potencial de aprendizaje creador, en las  aportaciones de Peter Slade, Arno Stern y José Miguel Castro
 Con actividades como: los juegos de expresión cooperativos, los juegos de roles, la lectura de textos dramáticos  o el visionado de espectáculos, y ayudándonos de títeres, marionetas, teatros de sombras, de animación o cuentacuentos conseguimos que los alumnos desde los primeros ciclos generen una conciencia colectiva y que se separen de su egocentrismo natural para verse en la piel del otro, un otro que puede ser parecido o totalmente diferente a él.

La escuela puede aprovecharse de ese espejo que es el teatro para ayudar a los alumnos  a  conocerse a sí mismos y a que desarrollen actitudes y valores como: el respeto a las reglas, la participación responsable, el diálogo, o la aceptación del otro.
Asimismo parece claro que el teatro desarrolla capacidades de precepción, capacidades cognitivas como el interés y la crítica; capacidades motrices, porque es una actividad expresiva; y capacidades afectivas y de relación ya que genera una meta en común que precisa del trabajo cooperativo y responsable.
Los temas con los que podemos trabajar son variados y casi siempre podremos adaptarlos a las necesidades, las inquietudes y los intereses del grupo con el que estemos trabajando.
Por último cabe destacar que el teatro no tiene una edad ni un ciclo establecido. Las propuestas que encontramos en este artículo llevan el teatro a las aulas desde Primaria hasta el nivel universitario.

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