miércoles, 28 de diciembre de 2011


Literatura ética y estética. Lecturas solidarias y educación





En la actualidad hay preocupación por la animación a la lectura así como el disfrute de la literatura. Pero nos olvidamos de miles de niños y niñas cuyo problema no es leer, sino su supervivencia. Estos niños, más de 125 millones, no van a la escuela y no pueden gozar de la literatura.
En países como Angola, Mozambique, Ruanda, Burundi,  Chiapas, Argelia, Ruanda, Bosnia, las guerras no cesan, hay hambre, sed, falta de medicación, analfabetismo, represiones políticas, xenofobia, racismo, entre otros muchos acontecimientos. Lo peor de todo es, que esto llega a los más pequeños y vulnerables, en una edad en la que necesitan protección y apoyo.
Otras causas son las leyes capitalistas del máximo beneficio al mínimo costo, lal globalización económica, las políticas que conducen al paro y a la exclusión, la corrupción política, las leyes contra la inmigración, la mano de obra barata roban la infancia y el juego y explotan a millones de niños. Se calcula que hay más de cien millones de niños obligados a trabajar entre los cinco y los quince años, concentrados especialmente en Asia, África y América Latina. Son obreros mal pagados y sin protección, realizan una jornada laboral que puede alcanzar las dieciocho horas y, en más de la mitad de los casos, el trabajo se realiza en condiciones insalubres y peligrosas.
Esta situación también ocurre en los arrabales de las ciudades, en los poblados de las chabolas de los suburbios urbanos y en las explotaciones agrarias. No hace falta irse a lugares lejanos. Para acabar con esta situación hay que iniciar y apoyar políticas en defensa de los derechos expoliados de estos niños e impulsar proyectos en sus entornos para acabar con la exclusión a la lectura, a la vez que se acaba con la exclusión total.  Por ello, desde las escuelas y las propias actuaciones hay que difundir las ideas transformadoras y hacerlo también a través de la literatura.
Día tras día vemos la tragedia que afecta a millones de inocentes. Las imágenes se nos imponen, sin pedir permiso y sin llamar a la reflexión. Se cuentan las catástrofes pero no las causas.

Ernesto Sábato en su último ensayo reflexiona sobre el miedo a la libertad y las razones de la falta de compromiso del hombre posmoderno. La gran mayoría no quiere la libertad, la teme. El miedo es un síntoma de nuestro tiempo. Sábato nos llama a revalorizarnos como personas, y a hundirnos en la realidad de los que padecen la injusticia física y moral, para así combatir nuestra soledad y romper con el sometimiento y la masificación, es decir, para salvarnos al mismo tiempo a nosotros mismos.
Los educadores tienen un gran reto que, como señala Fernando Savater, necesita que mantengamos la creencia en la perfectibilidad humana. La buena literatura ha tiene algo que decir en la lucha por la dignidad del ser humano y en la ingente tarea que aspira a conseguir un mundo más justo y solidario. La mejor literatura es profundamente moral, por su propia esencia y naturaleza. Este autor comparte con muchos el rechazo a la instrumentalización de la literatura para predicar valores. Pero piensa que quien afirma este principio están en contra de ese uso cuando no consigue su objetivo. La pseudoliteratura moralizante tiene un efecto «boomerang» porque pierde su eficacia educativa. Constituye un doble fracaso, no sirve ni atrae, y ello con total independencia de la altura ética de sus contenidos.
Busca una literatura que lejos del moralismo simplón, pero que , desde un análisis crítico revelador y un empleo estético del lenguaje, descubra ángulos de la complejidad del mundo y de lo humano y ayude a mejorar como persona.
Además, piensa que no hay que tomar a los niños por tontos, puesto que ven imágenes, escuchan el eco… y no hay que ocultar las vergüenzas de los adultos, y enseñarles los que los padres conservadores quieren oír. Ofrecerles a los niños, desde muy pequeños, libros adecuados a su comprensión y con auténtico estilo literario, que les muestren que la lucha contra la injusticia, larga y antigua, sigue siendo necesaria, que les enseñen a conocer las causas de las mayores atrocidades y a interrogarse por las causas de la injusticia y la desigualdad, es una forma de educarles no sólo para evitar delirios del pasado, sino para construir desde el presente un futuro distinto. Libros contra la guerra, la explotación, el racismo, etc., capaces de potenciar actitudes solidarias con los oprimidos y actitudes de rechazo ante comportamientos que provoquen marginación y discriminación. Obras que revelen la enorme riqueza de la diversidad y sus beneficios deseables para todos. Una literatura infantil y juvenil multicultural y comprometida que no apela a la sensiblería y la compasión, sí a la sensibilidad, el análisis crítico y la implicación personal solidaria para impulsar los cambios en el Norte y en el Sur en favor de los excluidos.

El principio para los maestros es que la literatura pueda ser un buen instrumento de la educación integral, un buen recurso de la educación moral, al unísono con la educación lingüístico-literaria, para que nuestros niños y jóvenes alcancen un pensamiento autónomo, crítico y solidario. Las estrategias didácticas son muchas como por ejemplo: lecturas sugeridas, lecturas dirigidas, clarificación de valores, construcción conceptual, comprensión crítica, discusión de dilemas morales, juegos de roles, etc.

Finalmente, propone una lista de lecturas que ha denominado solidarias. Se trata de libros abordan una temática amplia y muy variada en torno a los grandes problemas y necesidades del mundo: conflictos y carencias, valores y contravalores y organizados para primaria y secundaria.

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